¿quién soy?
memoria en desarrollo perenne.
con mamá Estrella tenía una relación de llamadas por teléfono mayormente y visitas espontáneas que nos hacía cuando cogía carro público de su barrio Río Cañas al pueblo, donde mi mamá siempre ha preferido vivir. no fue así siempre. cuando mi papá todavía vivía con nosotras, se aseguraba de llevarnos a verla todas las semanas, para él siempre fue importante que reconociéramos que ella era tan nuestra abuela como la mamá de mi mamá. una vez se separaron él y mami, empezamos a ver a mamá Estrella cada vez menos. no fue a propósito, mi mamá a penas tenía tiempo - entre el trabajo de 8 a 5, los compromisos con la iglesia (que siempre ha sido su espacio de refugio para lidiar con todo) y la fobia a la carretera, no se nos daba el poder compartir mucho. aunque cuando mi hermana aprendió a guiar y se hizo de su primer carro, trataba de visitarla más seguido. la acompañé siempre que pude hasta que entré a la universidad y dejé de ver a todo el mundo.
mi abuela paterna, Estrella |
con mi abuela materna fue diferente porque mi mamá tenía 17 hermanos, siendo una familia tan grande, las fiestas nunca han faltado y así mismo, tampoco el pon. si mi mamá no iba, alguna tía o prima nos buscaba a mi hermana y a mí. la casa de mis abuelos en Guayabal es segundo hogar de toda la familia León. paréntesis, no he dicho el nombre que me pusieron mi mamá y mi papá: Melissa Nicholle Orsini León. ok, decía que esa casa es segundo hogar para todes porque además de que mis tíos y tías nacieron y se criaron ahí. también mi abuela cuidó a casi todos mis primos y primas (al día de hoy todavía no puedo decir con seguridad cuánta gente somos de esa familia, he hecho montones de árboles genealógicos pero estoy segura que siempre he dejado a alguien fuera). los primeros años de universidad, trataba de no faltar ni a un junte en casa de mamá Catin - así le decíamos a mi abuela de cariño, no sé quién le habrá dado ese apodo pero ese también fue el nombre que aprendió a escribir. cuando era chiquita, me sentaba con ella para enseñarle algunas letras y que practicara su nombre, Catin, que así pensaba yo que se llamaba de verdad hasta que aprendí que era Catalina y me gustó más.
mi fecha favorita siempre ha sido thanksgiving porque nadie hace el pavo en fricasé como mi mamá y me encanta que sea así y no asado como en todos lados, como todo el mundo. ni hablar de la ensalada de papa de mi tío. cuando me cambié de la Inter a la IUPI y me empecé a meter en mucha cosa, dejé de bajar al sur y de compartir con mi familia. me gusta que a pesar de eso siempre que tengo oportunidad de ir (y estos últimos 3 años no he faltado a un thanksgiving) es como si no hubiese pasado el tiempo. en un plato de arroz con gandules, pavo en fricasé, ensalada de papa, pastel y ensalada de coditos - si le compran los ingredientes a mami - se habla de todo y una se pone al día. y es como si nunca hubiese salido de ese campo. como si me hubiese quedado con 8 años y corriera bicicleta cuesta abajo, subiera el monte de atrás de la casa de güelito Cico (el papá de mi abuela) y tuviese un picnic con mis primos, usando una sábana vieja y comiendo galletas ritz con pasta de guayaba.
pero no, llegó el 2014, hice el transfer y cambió mi vida para siempre. la IUPI me enseñó más de la vida que lo que dice en el diploma. ahí conocí gente que me ayudaron a ampliar mi horizonte y al día de hoy todavía siguen en mi vida, lo cual me hace entender que soy muy privilegiada porque mantener amistades a esta edad y bajo este sistema capitalista está puñetero. pero sí, en la IUPI conocí a la gente que se convirtió en mi segunda familia, La Bicicleta, que hoy es una compañía profesional - y eso lo hicimos nosotres - que sigue creando desde una filosofía horizontal y en colectivo. lo más reciente que presentamos fue A quien pueda interesar en el Teatro Victoria Espinosa, una pieza que habla precisamente del personal docente y hace una crítica al sistema de educación tan mediocre que tenemos.
me da coraje hablar de estas cosas así tan normal como lo hemos hecho porque nada de eso es normal... me da coraje que aquí las injusticias sean secretos a voces, pero de eso ya escribí un poema así que no voy a rantear más (dale aquí si quieres leerlo)
el proceso de creación de esa historia y personajes fue drenante - como lo han sido todas las piezas de La Bici. y es que siempre hay alguna mierda pasando a nivel país que inevitablemente se cuela. por eso los resultados son así, tan crudos, tan viscerales, tan aplastantemente reales que se comparan con el cine distópico que tanto nos fascina a algunes. a mí, porque me lo creo todo y observo con cuidado qué decisiones toman. tengo una listita mental de estupideces que no nadie debe repetir, otra de soluciones que nadie pensó y claro, la de trucos que parecen fáciles y confío que podré replicar. por otro lado, soy pesimista y fácil, de seguro que al primer inconveniente, me entrego en sacrificio si es que puedo salvar a alguien o resuelvo mi muerte de la forma menos dolorosa y rápida posible. el personaje que hice en la pieza AQPI era lo opuesto, andaba en un limbo de culpa que me inundaba los ojos y sabía a arroz con salchichas. fue la primera pieza que comí en escena, eso fue interesante y medio asqueroso, nunca he sido fan de las salchichas, PERO también tenía habichuelas que salvaba la cosa así que al final, si sabía rico. — voy a cerrar este tema aquí y escribiré más de los procesos teatrales en otra entrada. (nota: cuando la escriba, ponerle el hyperlink en entrada)
hablé de cómo me gusta estar rodeada de mujeres y es un gran alivio poder decirlo así, sin miedo, como que no es un pecado.
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